Una de las técnicas que empleamos en Clínica Vitruvio Alcorcón para tratar el Neuroma de Morton es la radiofrecuencia ablativa. Se trata de una técnica que utiliza la energía de radiofrecuencia para quemar los nervios que están generando el dolor. Es un procedimiento mínimamente invasivo y efectivo.
Cómo funciona la radiofrecuencia ablativa
Para aplicar la radiofrecuencia ablativa un especialista guía una aguja especial hacia el lugar donde se encuenta en neuroma, utilizando la ecografía como herramienta para poder visualizar el Neuroma y aplicar la radiofrecuencia. Cuando se accede a la zona, se aplica la energía de radiofrecuencia en el neuroma produciéndose su ablación y por tanto la resolución del problema.
Con esta técnica se interrumpe la transmisión de señales de dolor de los nervios y a su vez mantiene la función sensorial. De esta manera, se logra eliminar los síntomas.
¿Cuáles son los efectos secundarios?
Al realizar este tratamiento para el Neuroma de Morton hay varios efectos que se producen. Entre ellos destacan:
- Dolor. Evidentemente tras la radiofrecuencia es habitual sentir dolor. No desaparece de un día para otro. A medida que transcurran los días irán disminuyendo hasta desaparecer.
- Inflamación. Es posible que la zona se inflame tras la intervención e incluso que aparezcan pequeños hematomas. No obstante, es algo temporal que acaba desapareciendo.
- Pérdida de sensibilidad. En algunos casos se puede perder sensibilidad en la zona donde se ha intervenido y en los dedos. En algunos casos desaparece al completo y en otros, parcialmente. En estos casos, el podólogo indicará que se puede hacer al respecto.
- Infección. Existe un riesgo, aunque muy bajo, de infección en el sitio de la aplicación de la radiofrecuencia. Es importante seguir las instrucciones de cuidado posterior proporcionadas por el especialista para reducir el riesgo de infección.
Es importante destacar que estos efectos secundarios pueden variar. No todas las personas reaccionan igual a un mismo tratamiento. Como hemos señalado la mayoría de los efectos suelen desaparecer con el tiempo. Cada caso es único, por lo que es importante mantener una comunicación directa con tu podólogo. Consultar todas las dudas e inquietudes que surjan y por supuesto, seguir sus indicaciones durante todo el proceso.