El dolor es algo complicado que afecta a muchas personas en todo el mundo. Puede ser rápido o durar mucho tiempo. El dolor que dura mucho tiempo, llamado dolor crónico, puede afectar mucho la vida diaria de las personas. Les hace difícil trabajar, hacer cosas normales y disfrutar de la vida.
La radiofrecuencia es una técnica médica que usa ondas de radio para dar calor a los tejidos. Este calor puede usarse para eliminar los nervios que causan dolor o para estimular la producción de endorfinas, las sustancias naturales del cuerpo que ayudan a aliviar el dolor.
Se trata de una técnica que se emplea en diferentes especialidades, pero una de las más notables es en la unidad del dolor, para paliar los dolores crónicos que ocasionan numerosas enfermedades.
Tipos de radiofrecuencia para el dolor
Existen dos tipos principales de radiofrecuencia para el tratamiento del dolor:
- Radiofrecuencia convencional (RF). También llamada radiofrecuencia térmica. Elimina el dolor causando una lesión por calor. Se utiliza una corriente de baja energía con altas frecuencias, elevando la temperatura a 80ºC para interrumpir la transmisión del dolor.
- Radiofrecuencia pulsada (PRF). También conocida como radiofrecuencia no térmica. No produce daño tisular. Se utilizan pulsos cortos de energía de radiofrecuencia para estimular los nervios y bloquear la transmisión del dolor.
Aplicaciones de la radiofrecuencia para el dolor
La radiofrecuencia se puede utilizar para usar en el tratamiento del dolor, incluyendo:
- Dolor de espalda y cuello.
- Dolor de articulaciones.
- Dolor neuropático.
- Dolor por cáncer.
- Dolor de cabeza.
- Dolor abdominal.
Beneficios de la radiofrecuencia para el dolor
La radiofrecuencia ofrece una serie de beneficios para el tratamiento del dolor, incluyendo:
- Es un procedimiento mínimamente invasivo.
- Se realiza de forma ambulatoria.
- Es un procedimiento seguro y eficaz.
- Proporciona un alivio del dolor a largo plazo.
- Puede reducir la necesidad de medicamentos para el dolor.
Riesgos
En general, la radiofrecuencia es un procedimiento seguro. Sin embargo, como cualquier procedimiento médico, existen algunos riesgos. Te contamos cuáles son, aunque el especialista antes de llevarla a cabo, debe explicar al paciente sus riesgos. Entre ellos se encuentran:
- Dolor temporal en el lugar de la inyección.
- Entumecimiento u hormigueo en el área tratada.
- Hemorragia o hematoma.
- Infección.
- Daño a los nervios.